martes, diciembre 12, 2006

el vestido de Marinera


Dicen que originalmente, la Marinera se bailaba por las mujeres campesinas de Moche, distrito de la Provincia de Trujillo; ahí, no lucían faldas bordadas ni con grandes vuelos, o costosos brocados, como las que se lucen ahora para bailar; sino que sus trajes eran los vestidos que usaban en las labores cotidianas, y que en su mayoría eran negros. Muchas veces la Marinera, se bailaba al final de una dura jornada de trabajo, o en los cumpleaños de algún paisano; la música la conformaba una guitarra, un cajón y la voz de un jocoso compadre, que improvisaba coplas durante la fiesta.
El vestido de Marinera, empieza a cambiar paulatinamente; el vestido simple de color negro, es reemplazado por el vestido blanco, que usaban las novias para casarse; éste aún no contaba con el lujo de nuestros días, pero se estaba forjando la identidad del vestido para bailar Marinera.
Creo que durante largo tiempo la Marinera se mantuvo como baile de pueblo, de chacra, de campo; como producto de una cultura que desde hacía mucho tiempo ofrecía a la humanidad aportes artísticos. Hay versiones que sostienen que desde antes de la llegada de los
españoles, esta danza se practicaba en el Perú antiguo; otras opiniones sostienen que la marinera surge de la Jota aragonesa; de algunas danzas mozárabes que trajeron los españoles; de la zamacueca; y que finalmente nuestra danza es producta de años de mestizaje, colonización y evolución socio-cultural.



Creo que en sus orígenes la Marinera no tuvo ese carácter romántico, con el que ahora se baila, pienso que si fue forjada entre barro, sudor y risas, tuvo un sentido liberador y probablemente religioso; como toda danza, la relación que el hombre establece con la tierra, se da desde un plano metafísico, para luego convertirse en una necesidad social, no tengo registro de pruebas que aseguren lo contrario; y cuando observo a los norteños de los pueblos alejados, bailando marinera, siento que en sus movimientos arrastran la lluvia que da la vida, que nutre la tierra, que alimenta al hombre; explayándose en un zapateo fuerte y elegante que lo convierte en el caballo garañón indomable.
La naturaleza campestre, rústica y salvaje de una danza se está perdiendo a medida que se contagia de intereses económicos y sociales; bailar Marinera para muchas personas implica tener que participar y ganar un concurso; tener una banda bordad con el título de Campeón Nacional de Marinera, se convierte en el máximo anhelo de muchos bailarines, quienes transforman la danza con el fin de satisfacer algunas vanidades.

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